domingo, 7 de agosto de 2016

Confesiones de Otoño

Entre esquive y esquive, me he dado cuenta de que solo eso hago.

Me he dado cuenta de que lo que logro es reprimir: no sentir para no sufrir.

Limitarme a las emociones y sentimientos banales, triviales, rutinarios, monótonos, tediosos; que resultan ser los únicos inocuos.

Me aterra pensar que no estoy viviendo sino sobreviviendo, escondiéndome, huyendo; de mis temores, de mis fantasmas, de mis pasiones, de mis vicios, de mis locuras; de mi verdadero yo.

Porque eso no está bien, porque me dicen que no está bien, porque creo que no está bien; no sé por qué exactamente.

Una vida en piloto automático, una vida por el camino marcado, una vida señalizada, una vida previsible; ¿una vida?

Sé que soy un afortunado, sé que no sé exactamente cuán afortunado soy, sé que quiero amar, sé que quiero enloquecer, sé que estoy aburrido; ¿sé algo en realidad?

¿De qué sirve saber sin poder actuar? ¿O sin querer actuar?

Solo creo que algo está mal. Algo me está diciendo, y no lo logro entender.

martes, 19 de abril de 2011

Confesiones en Duermevela

Un ángel se estira para acariciar mi nuca,
me doy vuelta, desorbitado, y libero un suspiro de tedio al ver que sólo hay sombras en la habitación.

La mañana empapa mis pestañas, parece que debo dejar el nicho... Bostezo y analizo mi baraja, mis cartas. Parece que no hay comodines. (¡Maldita racha! )

Atisbo tu cuerpo entre las sábanas,
sonrío y me dirijo hacia ti.
Me enredo con tu aroma, persisto, pero luego resigno,
ni tan sorprendido ni tan desilucionado,
pero con tu ausencia al fin.

Viento, hijo de natura, mensajero del cielo, amaca del mar, chispa forestal: ¡amotina mi ser!, ¡apacigua mi sangre!, ¡duerme en mi pecho!, ¡grita en mis sueños!; y, por favor, ¡tráela conmigo!